Pero por sobre todo, hay días en que se nota más que el tiempo pasa lento... cómo si nadie entendiera que el calendario bota las hojas del día con tanta pereza...
Y para completar aquellos días y sólo por adornarlos un poco más, hay que empezar a acostumbrarse a que la pesadez fortuita, sea el pan de cada día... y soportar además de la distancia y la abundancia del estudio, que en cualquier momento te recibirá la palabra tal, que te recuerda que el orgullo en algunos está pegado en la fibra más profunda y que el perdón no está en el vocabulario de quienes no saben ni aprenden a querer-crecer.
Procrastinar es mi segundo nombre y aparezco aquí con la intención de dejar plasmado el descontento y poder emprender el estudio sin sabores amargos ni malos ratos.
Imploro en esta entrada desarrollar oídos sordos.
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