julio 13, 2011

Mientras caminaba el otro día por ése lugar, vi en la vitrina una maquina de escribir antigua, me dije sin pensarlo que cuando el dinero sobrara, compraría una.
Para escribir a ver si con el repiqueteo de cada letra, el cerebro y por qué no el corazón un poco, agarran un ritmo más definido.


Llegó el momento de poner discos lentos y de lluvia.
Pues por fin podemos sentarnos a mirar como el invierno pasa.

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